Redacción JL.—El presidente de los Estados Unidos inauguró, junto a líderes de la región, la Cumbre de las Américas por una Sociedad de Prosperidad Económica, en lo que parece un intento de mirada más atenta a las naciones del Continente, para que, en vez de ser entes relegados, se conviertan en auténticos socios de desarrollo y crecimiento económico, y para enfrentar desafíos migratorios, climáticos, y de seguridad.  En la cumbre participaron, además del país anfitrión, Barbados, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, México, Panamá, Perú, y Uruguay.

  • Foto oficial del Presidente Luiz Inácio Lula da Silva.  Autor:  Ricardo Stuckert/PR.  Palacio de Planalto, Brasilia. 2/1/2023. ←

El propósito de esta iniciativa regional, según lo explicado por la Casa Blanca, a través de un documento escrito, es lograr un “crecimiento inclusivo; fortalecer la cadena de abastecimiento, y un enfoque inicial en energía limpia, semiconductores, y suministros médicos.”  Los cancilleres de los países participantes enfocarán esfuerzos en política exterior, financiación e intercambio comercial.   Estos temas serán abordados en el curso de reuniones anuales de cancilleres, mientras que los líderes de naciones se reunirán cada dos años para evaluar el progreso en casa uno de los temas.  Costa Rica se ofreció para ser la sede del próximo encuentro en 2025.

 A parte del trabajo central de la Sociedad continental en los temas indicados, España, Corea del Sur, Canadá, y EE. UU., se comprometieron a destinar $89 millones de dólares para la expansión de infraestructura y servicios sociales en las comunidades más impactadas por el arribo de inmigrantes.

La Sociedad por la Prosperidad Económica invertirá billones de dólares en una plataforma de financiación para desarrollar proyectos de infraestructura a través de un mecanismo bipartito entre el Banco de Desarrollo Interamericano, y la Corporación de Finanzas de los EE. UU.

La Cumbre de Líderes de las Américas, y lo que supone en materia de política exterior, financiación, y comercio continental, llega en momentos en que los líderes de varios países y gobiernos de la región parecen materializar esfuerzos en pro de una visión anti- estadounidense, particularmente desde Nicaragua, Venezuela, Bolivia, y desde Brasil, con el ascenso al poder nuevamente de Luiz Inácio Lula da Silva.

La desafiante y anti-estadounidense política exterior de Brasil

A pesar de la histórica presencia e influencia del gobierno cubano en países de América, el actual eje de discordia y rompimiento democrático con los Estados Unidos es liderado por Venezuela, Bolivia y Nicaragua, con un reforzamiento sostenido en la actual política regional e internacional de Brasil, encabezada por el presidente Lula da Silva, quien parece alejarse de la corriente moderada de la “ola roja que atraviesa al Continente”, como llamó en una ocasión el sociólogo, escritor, y catedrático, José Itzigsohn, a la presencia de gobiernos de izquierda.

No es que Lula da Silva haya varado a Brasil en la orilla de un radicalismo de izquierda, sino que sus gestiones y propuestas, sino lo acercan, por lo menos lo hacen parecer compromisario con el sostenimiento de causas autocráticas destructivas.  A parte de su papel en América Latina, el lenguaje de Lula da Silva, va más allá de la estridencia, que, en materia de política exterior exhibe el presidente de México, Andres M López Obrador. Lula da Silva, no sólo ha apoyado, sino también propuesto iniciativas que buscan descarrilar el liderazgo económico y político de los Estados Unidos, o de Occidente.  AMLO usa palabrerío disgregante para mantener apoyo político interno, pero ha demostrado ser más práctico que Lula.

¿En qué beneficia a Brasil y a millones de brasileños el que su gobierno permita que barcos de guerra iraníes atraquen en puertos marítimos del país?  Si Rusia, China, India, Brasil, Sudáfrica, y otros socios menores, desarrollaran y pusieran en ejecución una moneda única, y un mercado unificado, basándose, esencialmente, en una rabiosa beligerancia hacia los Estados Unidos, y al dólar estadounidense como moneda de intercambio comercial, ¿estaría Brasil en control, o tendría una posición privilegiada en ese nuevo orden?

Rusia y China son aliados estratégicos en intercambio comercial y en términos de posiciones políticas en organismos internacionales, pero esa unidad no es invulnerable a los intereses de cada uno.  China ha demostrado tener intenciones geopolíticas que no solamente son opuestos a Taiwán, sino también a Japón, Las Filipinas, Vietnam, y también a la propia Rusia.

Encima de todo, están los intereses geopolíticos, económicos y militares de la India, que no dejan de ser opuestos a los de China, y que no podrían estar, cultural y geopolíticamente, interconectados con los de Rusia.   En nuestro entorno, Lula apoyó, sostuvo, apoya y sostiene a los gobiernos de Venezuela y Nicaragua, y éstos han enraizado su furor autocrático, han abierto sus puertas a la influencia china, y se han transformado en plataforma del sentimiento anti-estadounidense, y de la descomunal avalancha de desinformación que circula incontenible en redes sociales y en medios de transmisión masiva. Desinformación que es como un veneno político que corroe el alma de Latinoamérica.

Lo que sí resulta difícil predecir, es, qué tan sostenido, duradero, y firme, será este esfuerzo que impulsan en conjunto los Estados Unidos y las otras naciones participantes, si la propia Unión estadounidense está actualmente debatiéndose en la incertidumbre de un enrarecido panorama político, y al menos de parte de un sector, tácticamente se enarbola disrupción institucional para forzar concreción de objetivos políticos, y de poder.  La Presidencia Biden ha alcanzado logros internos significativos, y re-orientado la presencia de los Estados Unidos como actor relevante en el escenario internacional, pero un abismo demagógico permanece al acecho con garras afiladas.  © JL.